TENTACIONES
- mirandaraziel
- Aug 26, 2023
- 2 min read
Resplandor amarillo-blanco-amarillo sobre las olas
El océano entra en la bahía
como en un fiordo noruego
y se auto inmola frente a las paredes de granito
Piedras cortadas con un cuchillo filudo
capas de sedimentos de hojaldre
en mil desniveles verticales
cayendo en el precipicio clavado
rumbo a la espuma y el agua azul-verde.
Montes esponjosos coronados con pastos,
arbustos de algodón salpicados de árboles.
A través del cielo grisáceo-gris
nubes hacen cola para entrar en el continente
esperando su turno con la paciencia de una ermita.
Entre sus piernas, la luz amarilla se cuela
creando focos que iluminan la bahía, las piedras y su
choque contra el agua,
devolviendo a la vista esa intensidad del verano,
esa intensidad amarillo-blanca
de despedida del calor y de las vacaciones.
Estoy en paz. Estoy con el horizonte.

Hacia el infinito del mar se prolonga
un sueño que permanece estático
suspendido en un velero rojo
con las velas alzadas rumbo al cielo.
Las olas golpean y empujan minutos, horas, eras.
Catapultan las nubes en tonos grises
mientras el viento besa mi mejilla,
acariciando mi pelo, esculpiendo mi cara
dibujando mis cada vez marcadas arrugas
cobijo de sal y arena.
En el agujero del rostro, donde se dibuja la sonrisa
crecen las algas, los deseos de volar
las ganas de ser ave, brisa.
Y germinarán raíces,
hojas de helechos
sin prisa,
tal cual las olas no tienen apuro
en cortar los abismos
en abrir,
una sonrisa en la cara del flysch
una puerta de luz acuática translúcida
en la superficie calcárea rugosa.

Tentaciones
Escucho el agua cayendo
en medio de la ciudad
coches pasan como destellos
a mis espaldas.
Las bocinas y los motores se funden
con el cantar de los pájaros,
con el caer del agua en la fuente,
y las conversaciones anónimas.
Sentado en la encrucijada urbana
escondido en el va-y-viene de siluetas
en la trashumancia de cuerpos,
y la circulación de vehículos.
Atravieso un silencio que quema
gritando al mundo sin que este oiga
hiperconectado pero apartado
bajo un cielo plomo como las palomas
con versos azules para dejar un rastro
que nadie seguirá
y se perderá al voltear la siguiente esquina
como gotas que se diluyen bajo la lluvia.
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Aquí tocan las campanas
esquivando sonidos,
con el eco de los ancianos
y la carne de tu cuerpo.
Se enredan con las cuerdas
de una vida no vivida
tiradas por la borda
de la nave del destino.
Nunca fuimos caducos
si ya nacimos prematuros
para un mundo sellado
y repartido en fragmentos.
No soy central a nadie
pero en los márgenes de uno mismo
ahondo en el océano verde
revirando rocas, anclas y fósiles.
Raptados de la historia,
refloto insignes buques sobre el cielo
junto abismos
fabricando palabra y piedra
para caer en un cóncavo lecho
donde se confunden piel y arena.
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