ESTUDIOS SOBRE EL AMOR
- mirandaraziel
- Feb 5, 2019
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En enero, verano del sur, después de dos años de regreso a casa, y disfrutando unas vacaciones en medio de las jornadas laborales, me ponía a leer este interesante libro sobre filosofía del amor. No es un manual de cómo enamorarse ni un guía de las mejores formas de entender el amor.
Es un librillo que repasa algunos conceptos clave y pone al amor frente a sí mismo, desnudándolo en distintas facetas. A seguir copio trechos que me interesaron y que en alguna publicación futura, quien sabe, sean retocados para más comentarios y se pueda hacer una recensión adecuada. Los párrafos aparecen tal cual la edición que leí de 1994.
La expresión del amor.
“Cuando el amor es real, inconsciente, natural, nos objetiva y transciende. […] En verdad, cuando amamos espontáneamente estamos más pendientes del otro ser que de nosotros mismos. No por una falsa generosidad o sacrificio, lo que sería antinatural, sino porque ese amor constituye la realización u objetivación de nuestras subjetividades. Es como si saliéramos al aire libre desde una prisión lóbrega, porque la existencia sin amos encierra y asfixia. Hallarse solo es descubrir el proprio yo lleno de dudas, vacilaciones y tormentos. El infierno no son los otros, es el yo que vive ansioso de deseos, agonizando hora a hora, día a día. La subjetividad nos atormenta por su particularidad. Esta tensión interior que nos constituye nos dispara al encuentro con otros. Pero como toda subjetividad es proyectiva, ideal, necesitamos una realidad en la que objetivarnos. Y es a través del amor natural, objetivo, como se cumplen partes de nuestros deseos, sin buscar más. Los seres que sencillamente se aman, se entienden sin exigir al amor más que amor”.
[…]
“También puede ocurrir que uno de los amantes se mantenga esquivo y distante, lo que suscitará en el otro una conmoción que le mueve a una búsqueda ansiosa del amante como objeto lejano. Esta ansia posesiva del buscador crea tensiones, conflictos y situaciones dramáticas que revelan, en el fondo, la felicidad de una amor, porque si uno quiere poseer y no lo logra, termina por amar verdaderamente entregándose, aunque sea con protestas y rebeldías, pero cuya ofrenda recoge el otro satisfecho. Cabe también que el amante desdeñado o herido por la esquivez del otro se someta sin condiciones, renuncie a si mismo y consuma su holocausto. Pero de esta forma humillante consigue lo que se propone: sujetar a la persona amada y aprisionarla, comprometiéndola. Lo que constituye, a la postre, una amarga dicha amorosa, pues ambos amantes se sienten ligados libérrimamente. Igualmente puede darse una situación más compleja y enredada: una sumisión radical de sí mismo a las exigencias del otro. Claro está que la aceptación sumisa acumula rebeldías secretas y rencores profundos que pueden estallar en cualquier momento. (p. 79).”
“De hecho no podemos poseer objetiva y totalmente a ningún ser humano. Cuando más, se llega a una esclavitud recíproca, como en los casos que hemos analizado. Pero esta felicidad o unidad amorosa es falsa, pues viven en una duplicidad autentica y sincera. Los que creen amar por puro amor, sólo padecen la fulguración fetichista del objeto amado. Otros, que viven sometidos y esclavizado renunciando a sí mismos, de hecho, buscan la posesión del dominio. Los hay que a través de una sujeción a la voluntad del otro se sienten amparados, protegidos, seguros contra todas las adversidades. Se han construido con este amor esclavo una fortaleza, para enriquecerse íntimamente. Benito Pérez Galdós, pinta un modelo de mujer que sabe emplear su dulzura para dominar a un marido débil, llevándole a la ruina. Todos estos amores conducen al fracaso y al desastre.”
El amor y la ansiedad
“Así como el sueño lleva oculta una ansiedad, ésta esconde un sueño, una idea oculta, como Van Gogh que ansiaba plasmar el sol de Arlés. En esta nueva etapa, el joven ya no se dispersa en amores o experiencias múltiples, ni su sueño es el mismo con que soñaba- Lo que ahora busca es su propio fuego interior trascendido en otro ser. Pero la trágica paradoja de la ansiedad consiste en que no sabe que sabe, porque la misma ansiedad le impide interiorizarse, llegar a ser consciente de lo que quiere. Vive fuera de sí, afanoso, en procura de un amor. Pero este sueño de amor que busca realizar no es el de su propio ser, sino el que le calme y sosiegue, en realidad, el enemigo de su fogosidad, y que le será hostil porque representa la dulzura quieta frente a su impetuosidad.”
“[…] A este respecto, recordemos lo que dice Hegel: “Solo se ama aquello que es igual a nosotros, el espejo, el eco de nuestro ser”. Sin embargo, el ansioso busca la disparidad en esa semejanza, la otredad esencial para satisfacerse. Por esta razón, el deseo es siempre ingenuo, infantil. La libido de Freud y la Memoria de Proust llevan siempre disimulado el recuerdo de una felicidad autoerótica que se satisfacía inmediatamente. El Otro, esa dualidad dentro de la unidad, era el fantasma, una proyección de su libido. Por consiguiente, el hombre recordará siempre el niño que fue, la inocencia o Edad de Oro en que satisfacía cuanto quería. Pero ahora tiene que luchar áspera y terriblemente para realizar sus deseos.”
El amor especulativo
“Pues bien, el amor especulativo, el del pensamiento sentido, se expresa a través de dos formas: mediante un sueño ideal de amor que tortura la vida para realizarlo, o una aspiración sin fin vaga y etérea. Tanto el uno como la otra son manifestaciones del amor desamorado propio de los solitarios eternos. Pues el que sufre de una aspiración infinita, aunque aparente ser el personaje más ajeno a sueños ideales, al no buscar figuras imaginativas con quien compartir su alma, siente el amor como una transcendencia posible, un más allá que le priva de toda satisfacción concreta. Vemos así en la novela María Grubble, de Jacobson, cómo la libertad o espontaneidad necesaria del espíritu surge de la negatividad del amor mismo, del desencanto interior que consume el amor por el mero hecho de vivirlo. EL desengaño es el resultado inevitable del ensueño de amor, del engaño en que se vive”.
“[…] Pero solo por una consciencia activa del amor podremos salir del círculo cerrado del idealismo, de esas figuraciones o especulaciones soñadoras. Por sí misma, la conciencia no es nada, sólo apertura hacia las cosas y los seres. La consciencia es lo que llevo dentro de mí como una llama encendida: la pasión, aspiración íntima, secreta, base del desarrollo amoroso.”
El amor y la muerte
“[…] Creemos que estamos solos en la soledad de la noche, pero estamos en tinieblas todavía. A medio despertar. En realidad, nunca estamos sino en compañía, con todos. Ese otro u otros cuya sombra nos habita y cuya presencia se manifiesta por la ausencia, es la vida o la muerte que están unidas. Vivo la muerte como el amor, una presencia que me atormenta; es tan silenciosa y discreta que cuando va llegando al corazón parece que detiene sus pasos, “la bien tapada”, aunque próxima, espera. Amas es, pues, morir por dentro, desde el corazón que es donde está la muerte escondida y callada. Nos vamos muriendo exactamente como cuando dejamos de amar o nos abandona una amante. Paso a paso, sin desgarrarnos, nos vamos separando de nosotros mismos y sentimos el cansancio de vivir, la finitud del amos, la pérdida de nuestros sueños, el peso del tiempo.”
“La muerte no es esa catástrofe individual que creía Paul Nizan y que soñaba poder evitar por el humanismo colectivo. Que esperó encontrar realizado en la Unión Soviética de los años heroicos de la Revolución. Soñaba, con razón, que si todos nos ayudamos a bien morir, la muerte, como desastre absoluto, desaparecería. Pero descubrió que, también allí, la muerte era individual o un cataclismo, sin darse cuenta de que la muerte no es propiedad de nadie en particular. Rilke creía que era personal, una creación de la propia vida y que moríamos cada cual exactamente como habíamos vivido, amado o sentido. Por el contrario, creemos que la muerte no es tuya, mía ni de nadie es un acaecer universal. La sabiduría sobre la muerte consiste en verse cada cual como un individuo entre individuos, como una gota en la corriente total.”
“[…] Debe ser espantoso, dice Hartmann, para el que vive exclusivamente sobre la base de la importancia de su sola persona y entiende por mundo meramente el suyo, pues la muerte seria el naufragio total o la universalidad absoluta de la pena. Todos nos morimos, sin quererlo o queriéndolo, como esas pequeñas olas que se quiebran en el mar sucesivo, y la muerte nos une, como el amor, en estrecho y definitivo abrazo.”
“Se piensa que la muerte separa lo que el amor ha unido. Un personaje de Malraux, al que van a fusilar, exclama: “¡Nos Moriremos todos, unos más pronto como yo, otros más tarde!”, expresando así la unidad de la muerte con la vida, de todos con todos, las misma que la del amor. De aquí resulta sorprendente que Heidegger afirme que asistimos a la muerte de los otros como si fuese un espectáculo ajeno. Por el contrario, al ver morir, sentimos y experimentamos nuestra muerte en común. La ilusión pesimista de que nos morimos solos y nadie puede morir por nosotros, es falsa, pues cuando alguien muere morimos también nosotros, algo se nos va definitivamente. La muerte es el amor común, el único total.”
Otras consideraciones
“El amor tiene el poder satánico de crear seres-objeto, pero también a los sujetos en hombres humanos. Cuando tal ocurre ya no buscaremos en el otro un espejo que nos refleje el propio yo, sino que lo aceptaremos tal cual es y aprenderemos a amarlo por sí mismo, sin que le necesitemos para vivir, o quizá necesitando más que nunca la reciprocidad del amor que convierte a los amantes en objeto único inseparable. Sólo si el amor es necesario objetivo, base natural del amor, se transforma en amor subjetivo real, innecesariamente necesario.”
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Gurméndez, Carlos. Estudios sobre el amor. Vol. 10. Anthropos Editorial, 1994.
Carlos Rufino Gurméndez Victorica (Montevideo, 31 de diciembre de 1916 – Madrid 7 de febrero de 1997), fue un filósofo español de origen uruguayo. Durante la Guerra Civil Española, se exilia en Latinoamérica, pasando posteriormente a Dinamarca. En 1939 se radicó en Holanda, donde su padre revestía como Embajador del Uruguay, debiendo abandonar el país junto con su familia cuando la invasión alemana de 1940, radicándose en Portugal.
Sus ideas y pensamiento filosófico reflejan influencias muy variadas y una gran vitalidad, en ellas aúna conceptos y recurre al existencialismo, la poesía, la filosofía, la literatura y la psicología. Dejó su huella en el pensamiento español especialmente por su trabajo en pensar al cuerpo humano como receptáculo de las sensaciones y el movimiento, en una búsqueda intelectual muy original.
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